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Transporte marítimo y su huella de carbono: desafíos y soluciones hacia una logística más verde

Por redacción Mundo Portuario

El transporte marítimo es una de las piezas clave del comercio internacional, responsable de movilizar más del 80% del volumen mundial de mercancías. Sin embargo, también es uno de los sectores con mayor impacto ambiental: se estima que genera entre un 2,5% y un 3% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO₂), lo que equivale a más de 1.000 millones de toneladas anuales, según datos de la Organización Marítima Internacional (OMI).

En un escenario global cada vez más consciente de la crisis climática y bajo crecientes exigencias regulatorias, el sector enfrenta una presión creciente por reducir su huella de carbono y avanzar hacia una logística marítima más sostenible. Para países como Chile, cuya economía depende en gran medida de sus exportaciones por vía marítima, este desafío no solo es ambiental, sino también estratégico y comercial.

Un sistema vital, pero intensivo en emisiones

El transporte marítimo utiliza principalmente combustibles fósiles pesados, como el fuelóleo, que además de CO₂, emiten óxidos de azufre (SOx), óxidos de nitrógeno (NOx) y material particulado. Estos contaminantes no solo contribuyen al cambio climático, sino que también tienen impactos negativos sobre la salud humana y los ecosistemas costeros.

Además, gran parte de las rutas marítimas atraviesan zonas ambientalmente sensibles, como el Ártico o áreas protegidas, lo que ha impulsado a organismos internacionales a regular cada vez con más fuerza la actividad naviera. La propia OMI ha trazado una hoja de ruta para reducir al menos un 50% de las emisiones del sector hacia 2050, con metas intermedias más estrictas desde 2030.

Chile frente al reto ambiental marítimo

Chile, como país exportador e importador por excelencia —con más de 90% de su comercio exterior movilizado por vía marítima—, se encuentra en una posición crítica frente a este escenario. Los puertos chilenos son puerta de entrada y salida de productos estratégicos como el cobre, frutas, vinos, productos del mar y maquinaria industrial, por lo que cualquier cambio en la regulación marítima afecta directamente la competitividad del comercio exterior.

En este contexto, la sostenibilidad del transporte marítimo no es un asunto opcional, sino un factor determinante para mantener el acceso a mercados exigentes en términos ambientales, como la Unión Europea, que ya aplica criterios de huella de carbono en sus procesos de importación.

Soluciones emergentes hacia una logística marítima más verde

Para enfrentar este desafío, el sector marítimo está impulsando múltiples soluciones, aunque aún con un avance desigual. Entre las principales tecnologías y estrategias en desarrollo destacan:

  1. Uso de combustibles alternativos
    Se están probando opciones como el gas natural licuado (GNL), metanol verde, amoníaco y biocombustibles. Aunque reducen ciertas emisiones, su adopción requiere adaptar infraestructuras y resolver desafíos técnicos y económicos.
  2. Electrificación y propulsión híbrida
    En rutas cortas o ferris regionales, algunos países han implementado embarcaciones eléctricas o híbridas, pero esta tecnología aún es limitada para grandes trayectos oceánicos.
  3. Eficiencia energética en diseño y operación
    Nuevos modelos de buques buscan mejorar la hidrodinámica y optimizar el consumo. Además, tecnologías como velas rígidas, rotores eólicos y pintura antiadherente en los cascos permiten reducir el uso de combustible.
  4. Sistemas digitales de optimización
    Plataformas de big data e inteligencia artificial permiten calcular las rutas más eficientes, prever el consumo de combustible y ajustar la velocidad del buque para minimizar emisiones (slow steaming).
  5. Puertos más limpios y sostenibles
    Iniciativas como el uso de energía eléctrica en puerto (cold ironing), mejoras en gestión de residuos y eficiencia en los procesos de carga y descarga también reducen la huella del transporte marítimo.

Desafíos pendientes y colaboración regional

Pese a los avances tecnológicos, aún existen importantes barreras para una descarbonización efectiva del transporte marítimo. Entre ellas destacan los altos costos de inversión, la falta de infraestructura adecuada en puertos, la necesidad de estándares globales unificados y el lento recambio de flotas.

Chile y otros países de América Latina requieren mayor cooperación pública-privada, participación en foros internacionales, inversión en puertos verdes y políticas que incentiven el uso de tecnologías limpias. También se vuelve prioritario formar capital humano y desarrollar capacidades logísticas sostenibles en la cadena de suministro.

La reducción de la huella de carbono en el transporte marítimo no solo es un imperativo ambiental, sino también un factor competitivo para las economías orientadas al comercio exterior, como la chilena. El camino hacia una logística más verde exige visión de largo plazo, voluntad política y colaboración regional.

Chile tiene una oportunidad concreta para posicionarse como un líder en sostenibilidad portuaria y marítima en Sudamérica, siempre que logre alinear su estrategia logística con los compromisos climáticos globales y las exigencias del comercio internacional. La transición hacia un transporte marítimo bajo en emisiones es compleja, pero ineludible. Y está ocurriendo ahora.

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