Por redacción Mundo Portuario
En una economía cada vez más interconectada y orientada al flujo ágil de mercancías, la transformación digital del sistema aduanero chileno se presenta como una necesidad estratégica. Sin embargo, a pesar de importantes avances en los últimos años, persisten desafíos estructurales y operativos que limitan la eficiencia y competitividad del comercio exterior del país.
Un proceso con hitos, pero desigual
Desde la implementación de la Ventanilla Única de Comercio Exterior (VUCE) hasta la incorporación de herramientas de firma electrónica avanzada, Chile ha avanzado en el proceso de modernización aduanera. La VUCE, en particular, permitió centralizar trámites, reducir tiempos y eliminar redundancias documentales. También se han introducido scanners no intrusivos, plataformas de inteligencia fiscal y proyectos piloto de blockchain para trazabilidad documental.
Sin embargo, gran parte de estos desarrollos han sido implementados de forma parcial o no interoperan de manera efectiva con otros sistemas del ecosistema logístico, como los de puertos, agencias de aduanas, transportistas o servicios públicos conexos (SAG, Sernapesca, Ministerio de Salud).
Cuellos de botella que persisten
Uno de los principales obstáculos sigue siendo la fragmentación tecnológica entre los actores del comercio exterior. Cada entidad —aduana, transportistas, terminales portuarios, almacenes extraportuarios, agentes de carga— cuenta con sistemas propios, en muchos casos incompatibles entre sí, lo que obliga a duplicar registros o utilizar mecanismos poco eficientes de integración como correos electrónicos o sistemas paralelos.
A esto se suma el uso de plataformas con tecnologías obsoletas en varios puntos críticos de control, especialmente en zonas secundarias, donde aún persiste la tramitación manual de ciertos documentos y una escasa conectividad.
El déficit de infraestructura TI, tanto en hardware como en personal capacitado, también repercute negativamente. Según datos del Servicio Nacional de Aduanas, más del 30% de los procesos aún requiere intervención humana en etapas que podrían ser automatizadas.
Riesgos operativos y reputacionales
La dependencia de sistemas tecnológicos no robustos ha quedado en evidencia con recientes fallas informáticas que afectaron la operatividad de las aduanas chilenas, generando retrasos, congestión portuaria y sobrecostos logísticos. En 2023, una interrupción crítica en el sistema de gestión de declaraciones provocó demoras de hasta 72 horas en la liberación de mercancías, impactando la imagen internacional del país como plataforma exportadora confiable.
Estos eventos han puesto sobre la mesa la necesidad urgente de reforzar la ciberseguridad en la infraestructura crítica del comercio exterior, así como garantizar protocolos de contingencia y respaldo robustos.
Necesidad de una agenda común
Expertos del sector privado y académico coinciden en que Chile necesita avanzar hacia un modelo de integración digital colaborativa, con una arquitectura tecnológica interoperable entre organismos públicos y privados. Iniciativas como la Agenda Digital Logística, impulsada por el Ministerio de Transportes, han propuesto marcos de acción, pero su ejecución ha sido lenta y sin coordinación interinstitucional suficiente.
Se requiere también una gestión del cambio organizacional, que no solo enfoque la transformación en herramientas tecnológicas, sino en personas, procesos y cultura. La formación de los funcionarios aduaneros en competencias digitales sigue siendo un tema pendiente en muchas regiones del país.
Proyecciones y recomendaciones
Para lograr una aduana moderna, ágil y transparente, alineada con los estándares de la logística 4.0, Chile debe priorizar:
- La implementación de un sistema nacional de interoperabilidad logística, basado en datos compartidos y estándares abiertos.
- El fortalecimiento de la infraestructura tecnológica crítica, con redundancia, respaldo y actualización constante.
- La capacitación sistemática del personal en herramientas TI, ciberseguridad y analítica de datos.
- La coordinación activa entre servicios públicos, gremios, empresas y plataformas tecnológicas.
El proceso de transformación digital aduanera no es solo un reto técnico: es una condición estructural para que Chile pueda competir en los mercados globales con eficiencia, trazabilidad, transparencia y resiliencia.
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