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Tecnología en los muelles: ¿cuán digitalizados están los puertos chilenos?

Por redacción Mundo Portuario

La digitalización portuaria dejó de ser una promesa de modernización para convertirse en un factor determinante de competitividad en el comercio internacional. Mientras los principales terminales del mundo avanzan hacia operaciones casi completamente automatizadas, con inteligencia artificial, gemelos digitales, blockchain y gestión remota de grúas, los puertos chilenos aún muestran un progreso disparejo, con realidades tecnológicas que varían significativamente entre terminales concesionados, servicios públicos y entes reguladores.

El panorama general revela un avance importante en ciertos procesos operativos, especialmente en los terminales privados más grandes, pero también graves rezagos en integración digital entre actores logísticos, conectividad en tiempo real y políticas públicas que definan una hoja de ruta coherente para el sistema portuario nacional. En el contexto actual, la pregunta ya no es si Chile debe digitalizar sus puertos, sino si lo está haciendo al ritmo y con la profundidad que exige el mercado internacional.

Según cifras de la Cámara Marítima y Portuaria de Chile (Camport), alrededor del 65 % de los terminales concesionados del país han incorporado sistemas digitales de trazabilidad de carga, acceso automatizado y monitoreo de operaciones. Sin embargo, solo un pequeño porcentaje ha iniciado proyectos concretos de automatización integral, como ocurre en San Antonio Terminal Internacional (STI) o DP World en San Antonio, que han realizado inversiones en tecnologías de posicionamiento satelital, portales OCR (reconocimiento óptico de contenedores) y sistemas de gestión logística basados en inteligencia artificial.

Por otro lado, la relación entre puertos y organismos públicos —como Aduanas, SAG y el Servicio Nacional de Pesca— sigue siendo una traba crítica. Muchos procesos aún requieren intervención manual o están sujetos a plataformas poco interoperables. La falta de una ventanilla única nacional de comercio exterior plenamente digitalizada y funcional, como existe en otros países de la OCDE, genera cuellos de botella operacionales, pérdida de eficiencia y mayores costos logísticos.

Una fuente del sector logístico consultada por Noticias NCSITA, que prefirió mantener el anonimato, fue clara: “Hoy tenemos terminales con sistemas sofisticados de trazabilidad en tiempo real, pero que deben seguir entregando documentación física a organismos públicos. Hay un desalineamiento evidente entre lo que la industria está empujando y lo que el Estado facilita”.

El Puerto de Valparaíso, por ejemplo, fue pionero en desarrollar una Plataforma de Gestión Logística (SILOGPORT) que permitió mejorar el flujo de camiones hacia el recinto portuario, reduciendo los tiempos de espera. Sin embargo, esta plataforma aún no conversa fluidamente con los sistemas de los otros puertos, ni con todas las agencias gubernamentales. Tampoco ha sido replicada a nivel nacional. Esta falta de estandarización digital es un problema estructural que impide que Chile avance hacia una red portuaria moderna, integrada y con estándares internacionales.

En contraste, terminales como DP World San Antonio o Puerto Angamos en Mejillones han mostrado iniciativas tecnológicas más agresivas, incorporando control remoto de grúas STS, portales de ingreso automatizados con lectura de placas y dispositivos RFID, y plataformas de autogestión documental para clientes y agentes. Estas inversiones buscan aumentar la seguridad, disminuir errores humanos y mejorar la eficiencia operativa, especialmente en contextos de congestión.

Otro elemento clave en el avance digital portuario es la ciberseguridad. La digitalización conlleva una creciente exposición a ataques cibernéticos. En Chile, la mayoría de los terminales han reforzado sus protocolos, pero aún no existe una normativa nacional robusta ni un sistema de respuesta coordinado ante ciberincidentes en la infraestructura crítica del comercio exterior. Esta es una brecha que ha sido advertida por la Dirección de Seguridad del Estado, y que cobra mayor relevancia ante el aumento global de ataques dirigidos a sistemas logísticos.

En cuanto a la adopción de tecnologías emergentes, el uso de blockchain y big data sigue siendo incipiente. Si bien hay pilotos en curso, como iniciativas del Sistema Integrado de Monitoreo del Transporte Marítimo en la región de Antofagasta y pruebas de cadenas de custodia digital con blockchain en cargas perecibles, estas soluciones aún no se masifican, ni cuentan con incentivos claros para su implementación comercial.

Desde el mundo académico, diversos centros de estudios han insistido en la necesidad de que Chile defina una Política Nacional de Transformación Digital Logístico-Portuaria, que articule a todos los actores del ecosistema. Tal como lo han hecho países como Singapur, España, Corea del Sur o Emiratos Árabes Unidos, se requiere un enfoque de gobernanza integrada, donde los avances tecnológicos no dependan únicamente de la voluntad de los concesionarios, sino de una visión país.

Según la Fundación Conecta Logística, solo un 22 % de los actores del sistema logístico nacional participa regularmente en proyectos colaborativos de innovación. Este dato evidencia que la fragmentación sigue siendo una barrera estructural para avanzar en una digitalización profunda. Sin un marco común, el riesgo es que los avances sean aislados, descoordinados y poco sostenibles.

En el plano internacional, los estándares tecnológicos están cambiando rápidamente. Puertos como Rotterdam, Shanghái, Busan o Hamburgo ya operan con inteligencia artificial predictiva, vehículos autónomos, sensores IoT en tiempo real y redes 5G para todas sus operaciones. La distancia tecnológica entre esos modelos y Chile es creciente, lo que amenaza con afectar la posición competitiva del país en los próximos años, especialmente si terminales como Chancay (Perú) comienzan a capturar flujos de carga en base a su infraestructura digital superior.

A modo de síntesis, Chile ha avanzado en digitalización portuaria, pero de manera fragmentada, sin estrategia nacional ni coordinación sistémica. Hay terminales que han hecho apuestas importantes, pero el país aún carece de una visión integral que ponga a la transformación digital como motor del desarrollo portuario, logístico y económico. Si no se toman decisiones firmes y se articula una gobernanza tecnológica clara, el sistema portuario chileno corre el riesgo de volverse obsoleto frente a sus competidores regionales e internacionales.

Porque en el comercio global de hoy, la eficiencia ya no se mide solo en toneladas por hora, sino en bytes por segundo.

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