Por redacción Mundo Portuario
n los últimos años, diversos sistemas aduaneros en América Latina han comenzado a evidenciar una fragilidad estructural preocupante. Plataformas críticas para el control y la facilitación del comercio exterior operan hoy sobre arquitecturas tecnológicas desactualizadas, sostenidas a diario mediante soluciones temporales o “parcheos” que, aunque permiten mantener la operación en marcha, ya no garantizan estabilidad, seguridad ni eficiencia.
La expresión “parchear el sistema” se ha vuelto habitual entre funcionarios técnicos y operadores logísticos. Se trata de aplicar correcciones puntuales o soluciones de emergencia para resolver fallas sin abordar el problema de fondo: la antigüedad de las plataformas, la falta de inversión en renovación tecnológica y la ausencia de una estrategia integral de modernización digital.
Esta dependencia de parches ha generado un entorno de alto riesgo. Cualquier pequeña falla puede escalar rápidamente en una caída general del sistema, como ha ocurrido en más de una ocasión con plataformas aduaneras centrales. En esos momentos, se interrumpe la validación de declaraciones de importación o exportación, se detiene el flujo documental, y se paralizan camiones, contenedores y mercancías en puertos, aeropuertos y pasos fronterizos.
Los parches, por definición, no están diseñados para durar. Muchos de ellos son desarrollos improvisados sobre código antiguo, sin pruebas suficientes ni garantías de compatibilidad con el resto de la infraestructura digital. Esto no solo genera vulnerabilidades de seguridad, sino que también multiplica los errores, produce inconsistencias en la información y dificulta la trazabilidad de los procesos.
Además, la continuidad operativa basada en soluciones de emergencia crea una falsa sensación de estabilidad. Mientras el sistema funciona “más o menos”, la urgencia de invertir en renovación profunda tiende a postergarse. Esto ha llevado a que plataformas que fueron pioneras en su tiempo hoy operen con limitaciones severas, sin poder integrar nuevas tecnologías como inteligencia artificial, blockchain o análisis predictivo.
En paralelo, el personal técnico enfrenta una carga creciente. En lugar de centrarse en innovación o mejoras permanentes, se ve obligado a atender incidentes constantes, aplicar parches sobre parches y sostener plataformas con tecnologías ya fuera de soporte por parte de sus desarrolladores originales. Esta situación genera desgaste, pérdida de conocimiento institucional y aumenta la dependencia de soluciones externas.
Para los usuarios del sistema aduanero —agentes, importadores, exportadores y transportistas— este entorno significa incertidumbre. Los procesos pueden fallar en cualquier momento, los plazos se vuelven inestables y los costos logísticos se elevan. Una falla en el sistema informático puede traducirse en demoras de días, multas por incumplimientos contractuales y pérdida de credibilidad ante socios comerciales internacionales.
La modernización de los sistemas aduaneros ya no es una opción a mediano plazo. La creciente complejidad del comercio global, la presión por agilizar flujos logísticos y las amenazas vinculadas a ciberseguridad hacen urgente una transformación profunda. La dependencia de soluciones temporales no solo limita la operatividad actual, sino que compromete el futuro de la gestión aduanera.
En un entorno donde la competitividad logística depende de procesos digitales confiables, los parches pueden mantener la operación hoy, pero no sostienen un sistema preparado para los desafíos del mañana.
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