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EE. UU. excluye al cobre chileno del alza arancelaria: alivio estratégico para las exportaciones nacionales

Por redacción Mundo Portuario

En medio de una creciente incertidumbre comercial internacional, la reciente decisión de Estados Unidos de excluir al cobre chileno del arancel del 50 % anunciado por la administración Trump ha sido recibida como una señal positiva por el sector exportador nacional. La medida, que inicialmente generó alarma en los mercados, finalmente dejó fuera al principal producto de exportación de Chile, evitando un impacto directo en la cadena de comercio bilateral con el país norteamericano.

El anuncio inicial, parte de una estrategia política y económica del expresidente estadounidense orientada a fortalecer la industria local frente a la competencia internacional, contemplaba nuevos aranceles a diversas materias primas, entre ellas el cobre refinado y otros metales estratégicos. Sin embargo, tras semanas de análisis y presión diplomática, el cobre chileno —particularmente el cátodo de alta pureza— fue exceptuado de la lista, debido a su rol esencial en las industrias tecnológicas, de energías limpias y de defensa en EE. UU.

La noticia fue interpretada en Santiago como un triunfo de la gestión internacional y un alivio para las empresas mineras, cuyas proyecciones de exportación podrían haberse visto severamente afectadas. Chile, que exportó más de US$4.500 millones en cobre refinado a Estados Unidos durante 2024, mantiene así el acceso preferente a uno de sus principales destinos de embarque, evitando una distorsión de precios y pérdida de competitividad frente a otros proveedores globales.

Desde la industria minera, el alivio fue inmediato. La posibilidad de enfrentar un arancel de 50 % en el principal mercado desarrollado amenazaba con alterar los flujos comerciales, reorientar ventas hacia Asia o Europa y modificar la estructura de costos de varias compañías. Para las pequeñas y medianas firmas productoras, la eventual aplicación de este impuesto habría significado una pérdida de rentabilidad directa.

Pero más allá del impacto económico, el episodio deja lecciones sobre la fragilidad del contexto internacional y la necesidad de fortalecer los mecanismos de defensa comercial e inteligencia estratégica. La dependencia de mercados clave, en particular aquellos sometidos a cambios políticos abruptos, obliga a Chile a mantener una diplomacia activa y permanente vigilancia de sus intereses económicos.

En paralelo, la situación reaviva el debate sobre la diversificación de destinos para las exportaciones chilenas. Si bien Asia concentra más del 60 % del cobre exportado, Estados Unidos sigue siendo un socio relevante por su estabilidad institucional y su demanda tecnológica. La posibilidad de nuevos cambios en la política arancelaria estadounidense —especialmente en un contexto electoral polarizado— obliga a monitorear de cerca la evolución de las relaciones comerciales bilaterales.

El cobre, como eje de la matriz exportadora chilena, seguirá expuesto a los vaivenes del comercio internacional, las tensiones geopolíticas y las decisiones de potencias globales. Sin embargo, en esta ocasión, la exclusión del arancel representa una victoria táctica para el país, que gana tiempo para fortalecer su posicionamiento externo sin alterar de inmediato su balanza comercial.

Con esta medida, Chile no solo evita un golpe económico directo, sino que también reafirma su importancia estratégica en la cadena global de suministro de minerales críticos. En un escenario donde las grandes potencias buscan asegurar sus fuentes de abastecimiento, la capacidad de negociación y el valor agregado del producto nacional vuelven a jugar un papel decisivo.

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