Por redacción Mundo Portuario
El transporte logístico de carga atraviesa un momento de redefinición. Factores como la disrupción tecnológica, las exigencias medioambientales, la presión por eficiencia operativa y los riesgos geopolíticos están transformando profundamente las formas en que se planifican, operan y optimizan las cadenas de suministro a nivel global. Para 2025, se vislumbra un escenario marcado por cinco grandes tendencias que, de consolidarse, tendrán efectos directos tanto en los operadores logísticos como en los exportadores e importadores, incluyendo aquellos situados en mercados como el chileno.
Este artículo analiza las principales fuerzas que darán forma al transporte de carga durante el presente año y que exigen preparación, inversión y visión estratégica por parte de los actores del sector.
1. Aceleración de la digitalización y automatización logística
Una de las tendencias más claras para este año es el fortalecimiento de tecnologías aplicadas al transporte y la logística. Herramientas como los sistemas TMS (Transportation Management System), WMS (Warehouse Management System) y plataformas de visibilidad en tiempo real están dejando de ser diferenciales para transformarse en requisitos básicos de competitividad.
La inteligencia artificial aplicada a la planificación de rutas, la gestión predictiva de flotas y la analítica avanzada para el control de costos son ya una realidad operativa en muchos mercados. En terminales portuarios y centros de distribución, la automatización mediante sensores, robótica e IoT permite aumentar la eficiencia, reducir errores humanos y anticipar cuellos de botella.
Chile, como parte de la red logística internacional, no está exento de esta transformación. Las empresas que invierten en digitalización no solo mejoran sus procesos, sino que elevan su capacidad de adaptación ante disrupciones externas como huelgas, congestiones o cambios regulatorios.
2. Consolidación del transporte intermodal y multimodal
Otra tendencia clave es el fortalecimiento del transporte intermodal, entendido como la combinación eficiente de distintos modos de transporte (marítimo, terrestre, ferroviario, aéreo) para optimizar tiempos, costos y huella ambiental.
Frente al alza de los fletes marítimos y las congestiones portuarias experimentadas en años recientes, muchas empresas están replanteando sus estrategias logísticas para aprovechar alternativas terrestres o ferroviarias que ofrezcan mayor flexibilidad. En mercados desarrollados, como Europa o EE. UU., el ferrocarril ha ganado protagonismo como parte esencial de corredores logísticos intermodales. En América Latina, en cambio, este proceso avanza a distintas velocidades.
En el caso chileno, se observan iniciativas públicas y privadas que apuntan a integrar mejor el sistema ferroviario con puertos y zonas industriales, aunque aún existen desafíos en conectividad, infraestructura y normativa para que el intermodalismo se convierta en un estándar operativo.
3. Presión por la sostenibilidad y reducción de emisiones
La sostenibilidad ambiental ha pasado de ser un objetivo a largo plazo a convertirse en una exigencia inmediata por parte de consumidores, reguladores y grandes cadenas de distribución. El transporte de carga, especialmente el terrestre, representa una proporción significativa de las emisiones globales de CO₂. Por ello, se anticipa un aumento en la adopción de soluciones de movilidad más limpias.
Entre las principales acciones que marcarán este año se encuentran la incorporación progresiva de vehículos eléctricos y a gas, el uso de biocombustibles, la optimización de rutas para reducir consumo y la medición constante de huella de carbono. En el plano portuario, también se proyecta un avance hacia operaciones más eficientes energéticamente, con grúas eléctricas y procesos digitalizados que acorten los tiempos de estadía.
Chile ha avanzado en la materia a través de iniciativas público-privadas como la Estrategia Nacional de Electromovilidad y las metas de descarbonización, aunque la implementación efectiva aún enfrenta barreras económicas y tecnológicas.
4. Reconfiguración de rutas globales por tensiones geopolíticas
El comercio internacional enfrenta una creciente fragmentación derivada de tensiones geopolíticas, guerras comerciales y conflictos regionales. La situación en el Mar Rojo, el conflicto entre Rusia y Ucrania, y las tensiones entre EE. UU. y China son ejemplos de cómo factores externos pueden alterar la estabilidad del transporte internacional.
Este panorama obliga a las empresas a desarrollar estrategias de resiliencia logística, como la diversificación de rutas, la regionalización de proveedores o el incremento de inventarios de seguridad. En paralelo, los seguros marítimos y de carga han experimentado alzas, y se prevé que esta tendencia continúe mientras persistan los riesgos globales.
Para exportadores e importadores chilenos, esto se traduce en una necesidad de análisis continuo de sus cadenas de suministro, así como en la capacidad de adaptación rápida ante posibles cortes, demoras o encarecimientos logísticos.
5. Evolución del rol del operador logístico como socio estratégico
Finalmente, se consolida la figura del operador logístico como un actor clave no solo en la ejecución del transporte, sino en la planificación estratégica de las cadenas de suministro. Ya no basta con mover mercancías de un punto a otro; hoy se exige una mirada integral que incluya inteligencia comercial, gestión de riesgos, trazabilidad completa y servicios complementarios como almacenamiento, distribución y despacho aduanero.
Los operadores logísticos con capacidad para ofrecer soluciones flexibles, tecnológicamente avanzadas y personalizadas serán los que logren capturar valor en un entorno cada vez más competitivo.
En el caso chileno, muchas empresas están avanzando hacia modelos 3PL y 4PL, externalizando procesos logísticos para concentrarse en su core business. Esta tendencia continuará fortaleciéndose en 2025, sobre todo en sectores como el retail, el agroexportador, la minería y la industria manufacturera.
Una logística en transformación permanente
El transporte logístico de carga en 2025 se encuentra en plena transformación. Las tendencias descritas no son elementos aislados, sino partes de un mismo proceso de evolución, donde la tecnología, la sostenibilidad, la resiliencia y la colaboración se presentan como ejes fundamentales.
Para los actores del sector, la clave no será solo adaptarse, sino anticiparse. Invertir en digitalización, repensar las redes de transporte, fortalecer alianzas estratégicas y elevar los estándares de sostenibilidad serán condiciones esenciales para mantener la competitividad logística en un entorno global cada vez más complejo y dinámico.
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