Beneficios de las grandes navieras caen a la mitad mientras el mercado de fletes entra en una nueva normalidad

Un informe sectorial muestra que, tras el boom de la pandemia, las tarifas se estabilizan y obligan a ajustar costos y capacidad de flota.

Las mayores navieras de contenedores del mundo registran beneficios muy por debajo de los niveles récord alcanzados durante la pandemia. La combinación de tarifas de flete en retroceso, nueva capacidad en el agua y un comercio más contenido está empujando a la industria hacia una “nueva normalidad”, con márgenes ajustados y una competencia más intensa por cada TEU transportado.

El ciclo de bonanza que vivió el transporte marítimo de contenedores entre 2020 y 2022 fue inédito. Las disrupciones en las cadenas de suministro, la escasez de espacio en buques y la fuerte demanda de bienes impulsaron las tarifas a niveles históricamente altos en las principales rutas entre Asia, Europa y América. Índices como el Shanghai Containerized Freight Index y el World Container Index llegaron a multiplicarse por cinco o más respecto de sus promedios de largo plazo, generando resultados extraordinarios para las líneas navieras.

Sin embargo, a partir de 2023 el escenario cambió de forma abrupta. A medida que los cuellos de botella se fueron despejando, la demanda de transporte marítimo comenzó a normalizarse, mientras los nuevos buques encargados en plena euforia empezaron a incorporarse a la flota mundial. El resultado fue un giro rápido desde un mercado “corto de espacio y largo de carga” hacia otro con abundante capacidad disponible. Las tarifas spot bajaron escalón tras escalón y arrastraron consigo los ingresos por contratos, reduciendo de forma drástica los beneficios de las compañías.

Diversos reportes de la industria muestran que, en promedio, las utilidades de los grandes carriers se han reducido entre un 50 % y un 80 % respecto de los máximos pandémicos. Grupos como Maersk, Hapag-Lloyd, MSC y CMA CGM han reportado caídas muy significativas en sus beneficios anuales, al tiempo que insisten en que el mercado vuelve a una situación “más normal”, donde los fletes se mueven en rangos similares a los observados antes de la crisis sanitaria.

Del boom de la pandemia a la normalización de las tarifas

Para entender la magnitud del ajuste hay que mirar el punto de partida. Durante los años más intensos de la pandemia, la combinación de cierres parciales de puertos, congestión en terminales clave y crecimiento explosivo del comercio electrónico llevó a una situación de escasez extrema de contenedores y espacio en los buques. La falta de equipos vacíos en Asia, los tiempos de espera en la costa oeste de Estados Unidos y las restricciones operativas en Europa generaron una carrera por asegurar espacio, donde los cargadores aceptaban tarifas muy superiores a las históricas.

La respuesta de la industria fue acelerar los pedidos de nuevos portacontenedores, incluidos megabuques de más de 20.000 TEU y naves de tamaño medio para reforzar rutas regionales. Al mismo tiempo, muchas navieras optaron por firmar contratos de largo plazo a precios altos, con la idea de capturar parte del superciclo de fletes más allá del corto plazo. No obstante, cuando la demanda se moderó y los indicadores de congestión cayeron, la capacidad adicional comenzó a presionar a la baja los precios, especialmente en el mercado spot.

Hoy, la mayoría de los índices de tarifas se ubica muy por debajo de los picos de 2021 y 2022 y, en no pocos corredores, apenas por encima de los niveles previos a la pandemia. En rutas como Asia–Norte de Europa o Asia–costa oeste de Norteamérica, las cotizaciones han llegado incluso a situarse por debajo de los costos que algunas navieras consideran sostenibles, lo que alimenta una competencia más dura y obliga a cancelar salidas, ajustar frecuencias y reconfigurar alianzas para evitar una guerra de precios abierta.

Resultados financieros: beneficios a la mitad y balances a prueba de estrés

El reflejo más visible de esta nueva realidad está en los estados financieros. Tras registrar utilidades récord en 2021 y 2022, varias de las grandes navieras reportaron en 2023 y 2024 ganancias sensiblemente inferiores, en muchos casos equivalentes a la mitad o menos de lo obtenido en los años de máxima expansión. El descenso ha sido especialmente marcado en compañías con una exposición muy concentrada en el negocio marítimo de línea regular, que dependen de manera directa del nivel de tarifas y volúmenes de carga.

Gráficamente, la curva de beneficios muestra un pico muy pronunciado seguido de una corrección igualmente fuerte. Para algunas navieras, los márgenes operacionales se han acercado a los niveles que se veían antes del boom pandémico; para otras, incluso han tenido que enfrentar trimestres con pérdidas operativas, especialmente en las rutas más expuestas a la sobrecapacidad y a la competencia entre distintas alianzas. Pese a todo, la liquidez acumulada durante los años de bonanza ha permitido amortiguar el golpe y seguir invirtiendo en flota y servicios complementarios.

Periodo Situación del mercado Evolución típica de beneficios Rasgos destacados
2020–2022 Tarifas en máximos históricos Beneficios extraordinarios, con márgenes de dos dígitos y ganancias récord. Congestión en puertos, escasez de contenedores, fuerte demanda de bienes.
2023 Inicio de la normalización de los fletes Caída abrupta de ganancias; muchas navieras reportan beneficios entre 50 % y 70 % inferiores. Entrega de nuevos buques, menos congestión y ajuste de demanda.
2024 en adelante Mercado en “nueva normalidad” Márgenes estrechos, beneficios más cercanos al promedio histórico y episodios de pérdidas en algunas rutas. Mayor disciplina de capacidad, reconfiguración de alianzas, foco en eficiencia y descarbonización.

El cuadro anterior resume el tránsito desde un periodo de beneficios extraordinarios a otro donde la rentabilidad se ajusta de forma importante. Para los analistas, el mensaje principal es que el negocio marítimo ha vuelto a depender más de la gestión de capacidad, la eficiencia operativa y la diversificación de servicios que de un entorno de precios excepcionalmente altos.

Sobrecapacidad, nuevas flotas y rutas más largas

Uno de los factores que explican la presión actual sobre los márgenes es la sobrecapacidad. Los pedidos de nuevos portacontenedores realizados durante el auge de los fletes generaron una cartera de construcción muy abultada, que comenzó a materializarse con fuerza a partir de 2023. Muchos de esos buques incorporan tecnologías más eficientes y capacidades superiores, lo que en el largo plazo es positivo para el costo unitario y la huella ambiental, pero en el corto plazo incrementa la oferta de slots disponible.

En paralelo, las disrupciones geopolíticas y climáticas han obligado a redibujar las rutas. Desvíos para evitar zonas de conflicto, limitaciones temporales en canales clave y eventos climáticos extremos se traducen en viajes más largos, mayores consumos de combustible y tiempos de tránsito menos predecibles. Aunque una parte de esos costos se traspasa al cliente a través de recargos específicos, la competencia entre navieras limita la capacidad de recuperar completamente el sobrecosto, lo que vuelve a presionar los márgenes netos.

Buque portacontenedores y grúas pórtico operando en un terminal marítimo

Imagen: buque portacontenedores operando en un terminal de alta productividad, símbolo de la presión por eficiencia en la nueva normalidad del mercado de fletes.

A medida que más buques se incorporan a la flota, las navieras recurren con mayor frecuencia a herramientas como los blank sailings, la reducción de velocidad y la consolidación de servicios para intentar equilibrar oferta y demanda. Estas decisiones pueden implicar menos recaladas en determinados puertos, cambios de itinerario o mayor concentración de volúmenes en terminales que ofrezcan mejores condiciones operativas y comerciales.

Estrategias de ajuste: costos, alianzas y diversificación

Frente a este escenario, los grandes grupos navieros están desplegando una combinación de ajustes internos y cambios estratégicos. En el plano operativo, la prioridad pasa por reducir costos, ganar eficiencia energética y optimizar el uso de la flota. La modernización de motores, la incorporación de combustibles alternativos, la digitalización de procesos y la gestión más fina de velocidades y escalas se han convertido en ejes centrales de los planes de inversión.

En el plano comercial, las alianzas entre líneas y la reconfiguración de acuerdos de compartición de buques continúan siendo una herramienta importante para defender la ocupación de los servicios. La creación de nuevas alianzas o la salida de consorcios tradicionales responde, en buena medida, a la búsqueda de redes más eficientes, con menos solapamientos y mayor capacidad de ofrecer servicios frecuentes en puertos clave sin duplicar capacidad.

Al mismo tiempo, la diversificación hacia la logística integrada se ha acelerado. Varias navieras han adquirido operadores de terminales portuarios, empresas de transporte terrestre, aerolíneas de carga y proveedores de soluciones tecnológicas. La lógica es clara: equilibrar el negocio marítimo, altamente cíclico, con ingresos más estables asociados a almacenamiento, distribución, contratos logísticos de largo plazo y servicios de valor agregado. Esta tendencia refuerza la integración vertical de la cadena y aumenta el peso de los grandes grupos en decisiones que van más allá del simple transporte de contenedores.

Qué implica la nueva normalidad para cargadores y puertos

Para los exportadores e importadores, la caída de los beneficios de las navieras tiene dos lecturas. Por un lado, las tarifas más bajas alivian la presión sobre los costos logísticos, especialmente para quienes mueven grandes volúmenes o productos sensibles al precio del transporte. Por otro lado, el ajuste de capacidad y la búsqueda de mayor eficiencia pueden traducirse en redes más concentradas, menos frecuencias o cambios en los puertos de escala, lo que obliga a revisar cadenas de suministro y contratos de transporte de forma periódica.

Los puertos y terminales también sienten el efecto de esta nueva etapa. Las instalaciones que ofrecen altos niveles de productividad, buenos accesos terrestres y servicios complementarios competitivos tienden a consolidar o incluso atraer nuevos servicios. En cambio, los puertos con restricciones operativas, altos costos o limitaciones de calado se enfrentan a un mayor riesgo de perder recaladas regulares o ver reducida la capacidad asignada por las navieras.

En paralelo, la agenda de descarbonización introduce nuevos desafíos y oportunidades. La implementación de metas climáticas más exigentes y la presión de reguladores, cargadores e inversionistas impulsan a las navieras a renovar flota, ensayar combustibles alternativos y trabajar con puertos que puedan ofrecer infraestructura adecuada para abastecimiento y servicios de apoyo. Esta dimensión ambiental se superpone a la discusión sobre precios y capacidad, configurando un mercado donde la sostenibilidad y la eficiencia energética serán factores decisivos en la competitividad de largo plazo.

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Fuentes

  • Informes financieros y presentaciones a inversionistas de grandes navieras de contenedores sobre resultados 2021–2024 y evolución de beneficios.
  • Reportes de consultoras especializadas en transporte marítimo sobre el ciclo de tarifas de contenedores y la normalización posterior a la pandemia.
  • Estudios de organismos internacionales sobre comercio mundial de mercancías, flota portacontenedores y perspectivas de demanda.
  • Índices de tarifas de referencia para rutas Asia–Europa y Asia–América y análisis sectoriales sobre sobrecapacidad y uso de blank sailings.
  • Documentos y notas técnicas sobre estrategias de descarbonización y transición energética en el transporte marítimo de línea regular.

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