OMI reabre diálogo sobre Marco Net-Zero tras aplazamiento de un año

Estados miembros buscan destrabar reglas globales de descarbonización que impactan costos y rutas navieras.

Tras una decisión histórica pero controvertida de aplazar por un año la adopción del Marco Net-Zero, la Organización Marítima Internacional (OMI) vuelve a abrir el diálogo entre sus Estados miembros para destrabar la hoja de ruta que definirá cómo, cuándo y con qué instrumentos económicos la industria naviera avanzará hacia emisiones netas cero de gases de efecto invernadero.

Qué es el Marco Net-Zero y por qué el debate es clave para el transporte marítimo

La Organización Marítima Internacional, organismo especializado de las Naciones Unidas con sede en Londres, es la institución encargada de fijar las reglas globales para el transporte marítimo. Entre sus mandatos se encuentra la reducción del impacto ambiental de una industria que genera en torno al 3 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, una cuota comparable a la de economías de gran tamaño. En ese contexto, la OMI aprobó en 2023 una nueva Estrategia de gases de efecto invernadero que fija como objetivo alcanzar emisiones netas cero “hacia 2050”, con hitos intermedios de reducción de entre 20 % y 30 % a 2030 y de entre 70 % y 80 % a 2040 respecto de los niveles de 2008.

El llamado Marco Net-Zero es la traducción regulatoria de esa estrategia. Se trata de un conjunto de enmiendas al Anexo VI del Convenio MARPOL que combina dos pilares: una norma global sobre el contenido de carbono de los combustibles marinos y un mecanismo de tarificación de emisiones que introduciría, por primera vez, un precio obligatorio al carbono para los buques de más de 5.000 toneladas de arqueo bruto. Bajo este esquema, las naves que utilicen combustibles más limpios o tecnologías de baja emisión tendrían beneficios, mientras que aquellas que superen determinados umbrales de intensidad de carbono pagarían cargos adicionales por tonelada de CO2 equivalente.

El diseño del Marco Net-Zero no solo pretende reducir emisiones, sino también recaudar recursos para financiar la transición. Distintas estimaciones sitúan la recaudación anual potencial entre 11.000 y 13.000 millones de dólares, fondos que podrían destinarse a apoyar a los países en desarrollo y a impulsar infraestructura para combustibles alternativos como metanol verde, amoníaco bajo en carbono o soluciones híbridas. De ahí que el debate en torno al mecanismo tenga una fuerte dimensión distributiva: quién paga, quién recibe apoyo y cómo se evita que los costos adicionales afecten de manera desproporcionada a las economías más vulnerables y a los pequeños Estados insulares.

Un año de aplazamiento marcado por tensiones políticas y climáticas

La discusión sobre la adopción formal del Marco Net-Zero llegó a un punto crítico en octubre de 2025, cuando el Comité de Protección del Medio Marino (MEPC) de la OMI celebró una sesión extraordinaria para votar las enmiendas necesarias. Pese a que el texto había sido elaborado durante años de negociaciones técnicas y contaba con un amplio respaldo de países desarrollados, Estados insulares y parte importante de la industria naviera, la cita terminó con una decisión inesperada: posponer por doce meses la adopción del marco regulatorio.

La votación reflejó un organismo fuertemente dividido. Una mayoría simple de Estados apoyó el aplazamiento, mientras que un bloque significativo se pronunció en contra y otro grupo optó por la abstención. La presión diplomática de grandes economías reacias a un impuesto global al carbono, junto con la preocupación de algunos exportadores de combustibles fósiles y países con flotas que dependen de combustibles tradicionales, fue determinante para inclinar la balanza hacia la postergación. Organizaciones ambientales y analistas de comercio exterior advirtieron que la decisión ralentizaba la señal de precio que el mercado esperaba para planificar inversiones en buques, combustibles y terminales compatibles con un escenario de cero emisiones netas.

El aplazamiento también impactó en la percepción de credibilidad de la propia OMI. Tras haber aprobado una estrategia climática más ambiciosa en 2023 y avanzar en un texto de compromiso durante 2024 y principios de 2025, la pausa de un año fue interpretada por algunos actores como un retroceso frente al consenso científico sobre la urgencia de reducir emisiones. Sin embargo, otros Estados defendieron la decisión como una “ventana de reflexión” necesaria para evaluar mejor los efectos macroeconómicos del marco y estudiar alternativas sobre el uso de los ingresos que se generen con el gravamen a las emisiones.

Reapertura del diálogo: Consejo de la OMI y grupos de trabajo vuelven a la mesa

Tras la decisión de aplazamiento, el Consejo de la OMI y los grupos de trabajo especializados en gases de efecto invernadero acordaron mantener vivo el proceso negociador. En las semanas siguientes, distintas delegaciones aprovecharon las reuniones del Consejo y de los órganos intersesionales para reabrir el diálogo, intercambiar propuestas y explorar fórmulas de compromiso sobre los puntos más sensibles del Marco Net-Zero, en particular el nivel del precio al carbono, los criterios de asignación de recursos y el tratamiento diferenciado de los países de menores ingresos.

La reapertura del diálogo no supone iniciar desde cero, sino retomar el borrador de enmiendas que ya había sido aprobado en abril de 2025 como base de trabajo. Sobre esa arquitectura general —una norma de combustible basada en la intensidad de carbono y un mecanismo de precio a las emisiones— los Estados buscan ahora refinar aspectos como los periodos de transición, la gradualidad de las metas y los flujos de financiamiento hacia proyectos de adaptación y mitigación en los países en desarrollo con fuerte dependencia del comercio marítimo.

Sede de la Organización Marítima Internacional en Londres

Sede de la Organización Marítima Internacional (OMI) en Londres, donde se desarrollan las negociaciones sobre el Marco Net-Zero para el transporte marítimo.

En paralelo, organizaciones regionales de puertos, asociaciones de armadores y representantes de la industria han intensificado su presencia en Londres y en las consultas informales. Para muchos actores del sector, contar con un marco regulatorio claro es preferible a seguir operando en un escenario de incertidumbre, especialmente cuando otras jurisdicciones —como la Unión Europea, con su sistema de comercio de emisiones aplicado al transporte marítimo— ya comenzaron a fijar precios al carbono de forma unilateral. El desafío es lograr que la señal de la OMI sea suficientemente robusta para acelerar la descarbonización, pero también lo bastante equilibrada para evitar fugas de emisiones y distorsiones competitivas.

Objetivos climáticos y reparto de cargas: cómo se estructura la negociación

El núcleo del debate gira en torno a cómo alinear el Marco Net-Zero con los objetivos climáticos ya acordados. La estrategia de la OMI establece metas de reducción de emisiones para 2030 y 2040, además del horizonte de cero emisiones netas a mitad de siglo. El Marco Net-Zero funcionaría como la herramienta operativa para que el sector naviero alcance esos objetivos mediante un esquema global de regulación y precios.

De manera simplificada, la discusión actual se puede observar en tres dimensiones: la ambición ambiental del paquete, la distribución geográfica de los costos y beneficios, y la gobernanza de los recursos financieros que generará el mecanismo. Países altamente vulnerables al cambio climático piden que el precio al carbono sea lo suficientemente alto como para modificar conductas y enviar una señal contundente de inversión en buques y combustibles limpios. En cambio, algunos grandes exportadores y Estados con flotas importantes temen que un gravamen elevado se traduzca en mayores fletes y pérdida de competitividad, especialmente en rutas de largo recorrido.

Objetivos de reducción de emisiones de la OMI y rol del Marco Net-Zero
Año objetivo Meta de reducción respecto de 2008 Función del Marco Net-Zero
2030 Disminuir emisiones totales entre 20 % y 30 % Introducir primeras fases del estándar de combustible y del precio al carbono.
2040 Reducir emisiones totales entre 70 % y 80 % Aumentar la exigencia sobre la intensidad de carbono y encarecer los combustibles fósiles tradicionales.
2050 Alcanzar emisiones netas cero del sector Consolidar un sistema de transporte marítimo basado en combustibles de cero o casi cero emisiones.

Otro punto sensible es el uso de los ingresos. Diversas propuestas plantean que una parte relevante de la recaudación se destine a apoyar a los países menos adelantados y a los pequeños Estados insulares en desarrollo, tanto en la adaptación a los impactos del cambio climático como en la financiación de proyectos portuarios y logísticos asociados a combustibles limpios. Esto incluye desde terminales para amoníaco o hidrógeno de bajas emisiones hasta infraestructura de abastecimiento para metanol verde, pasando por programas de capacitación para tripulaciones y autoridades marítimas.

Implicancias para América Latina, puertos y navieras regionales

Para América Latina y el Caribe, la reapertura del diálogo sobre el Marco Net-Zero tiene implicancias directas. Se trata de una región fuertemente dependiente del comercio marítimo, tanto para sus exportaciones de materias primas como para la importación de bienes de consumo y componentes industriales. Un marco global que fije precios al carbono en el transporte marítimo podría encarecer ciertos flujos de carga, pero también abrir oportunidades para países que apuesten por convertirse en hubs de combustibles de bajas emisiones o por modernizar sus cadenas logísticas hacia soluciones más eficientes.

Los puertos latinoamericanos ya observan de cerca la evolución de estas negociaciones. Terminales que atienden grandes volúmenes de contenedores, graneles o energía podrían necesitar adaptar su infraestructura para recibir buques que operen con nuevos combustibles o que requieran servicios especializados —por ejemplo, suministro de energía eléctrica en muelle o manejo seguro de vectores energéticos alternativos—. De ahí que el diseño final del marco, incluyendo la disponibilidad de fondos para proyectos de transición justa, sea seguido con especial atención por autoridades portuarias y operadores logísticos de la región.

Para las navieras, el horizonte regulatorio de la OMI condiciona las decisiones de renovación y reconversión de flota. Inversiones en buques capaces de operar con metanol, amoníaco o mezclas de combustibles de baja emisión requieren certezas sobre el costo relativo de esos combustibles frente al fuelóleo tradicional y sobre las señales de precio al carbono que se aplicarán en las próximas décadas. La reapertura del diálogo en la OMI es vista por muchas compañías como una oportunidad para ajustar el diseño del Marco Net-Zero, pero también como una etapa más en un proceso que, tarde o temprano, llevará a internalizar el costo climático del transporte marítimo.

Próximas etapas y calendario hacia la decisión de 2026

Con el aplazamiento de la adopción formal por un año, el calendario de la OMI prevé que las negociaciones sobre el Marco Net-Zero continúen en grupos de trabajo especializados y regresen al MEPC en una nueva sesión extraordinaria en 2026. Antes de esa fecha, se espera que los Estados miembros presenten propuestas de texto revisadas, estudios de impacto económico y opciones para la distribución de los ingresos, lo que permitirá llegar a la próxima ronda con escenarios más acotados y un mapa claro de convergencias y diferencias.

Mientras tanto, otros procesos regulatorios continúan avanzando. Algunas economías están ampliando sus propios esquemas de comercio de emisiones al transporte marítimo o introduciendo impuestos nacionales al carbono en sectores intensivos en energía, lo que aumenta la presión para que la OMI logre una solución global que minimice la fragmentación regulatoria. En este contexto, la reapertura del diálogo sobre el Marco Net-Zero se convierte en una pieza central del rompecabezas climático del sector, con impacto directo en las rutas marítimas, en la competitividad de los puertos y en la planificación de las cadenas logísticas a nivel mundial.

El desenlace de este proceso será determinante no solo para los objetivos climáticos del transporte marítimo, sino también para la credibilidad del sistema multilateral frente a la tarea de alinear el comercio internacional con las metas del Acuerdo de París. En los próximos meses, la capacidad de los Estados miembros para aprovechar esta nueva fase de diálogo y acercar posiciones será clave para definir si el Marco Net-Zero se transforma en una realidad operativa o si la descarbonización del sector queda fragmentada en iniciativas regionales y nacionales de alcance dispar.

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Fuentes
  • Organización Marítima Internacional (OMI), comunicados y notas informativas sobre el Marco Net-Zero, la estrategia de GEI 2023 y el aplazamiento de las negociaciones.
  • Artículos de prensa internacional sobre la postergación del Marco Net-Zero y las posiciones de los distintos bloques de países en la sesión extraordinaria del MEPC.
  • Informes y análisis técnicos de entidades especializadas en transporte marítimo y descarbonización sobre el diseño del Marco Net-Zero y sus posibles impactos económicos.
  • Estudios públicos sobre la contribución del transporte marítimo a las emisiones globales de gases de efecto invernadero y sobre los escenarios de transición energética del sector.

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